Período de la vida humana, que se extiende desde el nacimiento a la pubertad. Desde luego, la RAE no se ha complicado la vida definiendo lo que es la niñez. Reconozcamos que frente a los niños, los adultos estamos en inferioridad de condiciones. Su lucidez, su mente absorbente, capaz de aceptar como posible lo imposible, su visión del mundo tan mágica como llena de sentido común...
Comienza esta serie de seis relatos independientes sobre las distintas etapas de una vida. Y lo hacemos con un tema tan trascendente (y que hemos "padecido" estos días) como es escoger el regalo para nuestros pequeños.
¡ESTO ES PARA PEQUEÑOS!
Daniel controlaba todo lo que en ese momento sucedía en casa, sin que ello le impidiera completar los niveles del videojuego. Sus padres cuchicheaban en la cocina y Javi, su hermano de cinco años, jugaba en la habitación con sus Transformers. Recién completada la última misión, vio a papá salir al comedor.
—Daniel, ¿no va siendo hora de que dejes de jugar? —le preguntó mecánicamente mientras se dirigía al pasillo.
—Pero si acabo de empezar —contestó con el mismo tono rutinario.
Notó que papá se detenía frente a la habitación de su hermano y aguzó el oído. «Javi, ¿ya sabes lo que te vas a pedir para tu cumpleaños?», le escuchó decir. «Quiero un Robotconstructor», respondió Javi. «¿Un… qué?», siguió papá. «Un Robotconstructor», insistió su hermano pequeño.
Daniel sonrió mientras recogía los premios virtuales por haber cumplido la misión. Papá regresó al comedor, se le acercó y le preguntó en voz baja:
—¿Tú sabes qué es ese juguete que quiere tu hermano?
—Ya le he dicho que es para mayores —respondió—. Es un robot que hay que montar. Hasta lleva incorporado un motor eléctrico y un programa de inteligencia artificial.
Papá soltó un bufido y volvió a internarse en el pasillo. «Javi, ese juguete es muy complicado para ti. ¿Qué tal un tren o uno de esos muñecos de superhéroes?», sugirió. «¡Que no, papá!, que eso es para pequeños. Yo quiero un Robotconstructor», insistió Javi.
Daniel observó que papá cruzaba el comedor con gesto torcido, dirigiéndose a la cocina donde estaba mamá. Dejó el mando de la consola sobre la mesita de centro y le siguió.
—En realidad, a él no le gusta ese robot —comentó a sus padres mientras cogía un botellín de agua de la nevera—. Lo que pasa es que el otro día, cuando íbamos a piscina, mis amigos se rieron de él. Le llamaron bebé cuando dijo que le gustaba un peluche verde, de grandes ojos, sonrisa graciosa y largos brazos. ¿No te acuerdas, mamá? Fue en la juguetería de la esquina.
—¡Ah! ¿Por eso estuvo enfadado toda la tarde? —dijo su madre mientras se acercaba una taza de café con leche a los labios.
—Daniel, tienes ya once años. No me gusta que os metáis con él. —intervino el padre—. ¿Te gustaría que los adultos se rieran de ti por las cosas que te gustan?
—¡Yo no me reí! Fueron mis amigos.
—Está bien. ¿Crees que le gustaría ese peluche?
—¡Claro que sí! Además, sale en una serie de dibujos animados que siempre ve. ¡Eso es lo que quiere de verdad! Pero ya sabéis lo cabezón que es.
El día del cumpleaños, Daniel ayudó a colocar los regalos en el sofá, mientras su hermano permanecía, impaciente, en la habitación. Cuando todo estuvo preparado, el cumpleañero corrió por el pasillo como un toro en un encierro, directo a por los regalos. Primero, cogió el paquete más grande. Al romper el papel de regalo, su rostro se enojó.
—¿Esto qué es? —preguntó desencantado al ver el peluche verde.
El día del cumpleaños, Daniel ayudó a colocar los regalos en el sofá, mientras su hermano permanecía, impaciente, en la habitación. Cuando todo estuvo preparado, el cumpleañero corrió por el pasillo como un toro en un encierro, directo a por los regalos. Primero, cogió el paquete más grande. Al romper el papel de regalo, su rostro se enojó.
—¿Esto qué es? —preguntó desencantado al ver el peluche verde.
—Es el peluche que te gustaba tanto, Javi —se adelantó a decir Daniel.
—¡A mí no me gusta! ¡Esto es para pequeños! ¡Yo quiero el Robotconstructor!
—Pero si es muy bonito —intervino mamá intentando conciliar.
—¡Quiero el Robotconstructor!
—Bueno, mira ¡hay más regalos! —comentó papá intentando enderezar la situación.
Pero el resto de regalos no sacaron del enfado a Javi. Finalmente, harto de su actitud, el padre le amenazó:
Pero el resto de regalos no sacaron del enfado a Javi. Finalmente, harto de su actitud, el padre le amenazó:
—Pues si tú no lo quieres se lo quedará tu hermano.
—¡Pues que se lo quede!
—¿Esas tenemos? Muy bien. Daniel, llévate el peluche a tu habitación.
Daniel cumplió de inmediato la orden mientras mamá, intentando animar al pequeño, sacaba la tarta de cumpleaños y un bote de las gominolas que tanto le gustaban.
El azúcar y la promesa de que los Reyes Magos, tal vez, le trajeran el Robotconstructor salvaron la celebración. Al llegar la hora de dormir, Daniel esperaba en la cama a que papá le diera un beso de buenas noches. El peluche se encontraba en el suelo, junto a la cama.
—Sé que este peluche te estorba aquí —le dijo papá—, pero es solo mientras tu hermano recapacita. Lo comprendes, ¿verdad?
—Papá, te prometo que a mí me dijo que era lo que más le gustaba.
—No te preocupes —le respondió mientras apagaba la luz—. Los pequeños son así.
Al cerrar la puerta, Daniel recogió el peluche del suelo, lo acostó a su lado y lo abrazó.
Su plan había funcionado a las mil maravillas.
En el próximo capítulo llegaremos a esa tremebunda etapa, para padres e hijos, como es la adolescencia. Daniel intentará aprovechar un ejercicio de poesía que le han mandado en el instituto para... bueno, ¿para qué sirve en el fondo la poesía?
©Texto y dibujo: David Rubio Sánchez
FIN
En el próximo capítulo llegaremos a esa tremebunda etapa, para padres e hijos, como es la adolescencia. Daniel intentará aprovechar un ejercicio de poesía que le han mandado en el instituto para... bueno, ¿para qué sirve en el fondo la poesía?
©Texto y dibujo: David Rubio Sánchez
Hola, David
ResponderEliminarTu texto me ha hecho reflexionar. Y me ha hecho volver a mi infancia. Yo, soy la menor de 4 hermanos y uno de ellos, hacía lo que estos dos hermanos.
¡Feliz 2019! Que este año sea tan productivo comó el año pasado. Espero con muchas ganas, más entradas.
Un beso.
Gracias, Éowyn. Me alegra haberte transportado a la infancia. ¿Cómo va ese proyecto? Un muy feliz año para ti también. Un abrazo!!
EliminarQue bonito este cuento, me has hecho recordar cuando mis hijos eran pequeños. Siempre se conformaban con lo que les regalábamos. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias, Carmen. Desde luego la cara de los niños cuando reciben su juguete es nuestro mejor regalo. Un fuerte abrazo!!
EliminarBueno, David, mientras leía el cuento yo me iba adelantando al final con mi perversa mente adulta. Pensé que quien realmente quería el Roboconstructor era Daniel, que esperaba "heredarlo" cuando su hermano no lo pudiera usar por ser muy pequeño.
ResponderEliminarMe encantó que fuera al revés y que se preservara el gusto por lo inocente entre tanto videojuego.
Estos seis relatos suenan muy interesantes y el primero arrancó estupendamente.
Un gran abrazo.
Gracias, Mirella. Cuando somos adultos ansiamos volver a ser niños; los niños ansían crecer demasiado rápido porque creen que es algo bueno, aunque deseen seguir siendo niños. Como el caso de Daniel. Me alegra haberte sorprendido con ese giro. Un fuerte abrazo!!
EliminarJa,ja,ja, la verdad es que la RAE no se ha mojado ni un poquito, creo que un niño hubiera definido y concretado mejor que es eso de la niñez. La verdad es que con tu relato me ha venido la reflexión de a cuantos engaños se someten a los niños a cuenta de ratones dentistas, Reyes majos y demás historietas que suponen luego los primeros chascos de sus vidas. Creo que Javi, de mayor tendrá uno o más "Robotconstructores", miedo me da la adolescencia, ja,ja,ja. Abrazos David y felicidades por tu vuelta a la carga con los relatos.
ResponderEliminarGracias, Miguel. Creo que los niños nos siguen el juego en muchas ocasiones y que quienes deseamos creer en los Reyes o el ratoncito Pérez somos los adultos. Un fuerte abrazo!!
Eliminar¡¡Menudo nota está hecho el David!! jaja. Cuando yo era un poco más mayor que David, me encantaban unas bailarinas negras con una flor que había en una zapatería por la que pasaba todos los días al ir al colegio. Si iba sola, me paraba a verlas, pero si iba acompañada, ni se me ocurría. Así hasta que cambiaron el escaparate. Entre mi grupo de amigas, aquellas bailarinas eran el no va más de lo cursi. Nosotras éramos "progres" y llevábamos chirucas o zapatones.
ResponderEliminarUn beso.
Gracias, Rosa. En el relato es un niño, pero ¿cuántas veces nos pirra algo que no nos atrevemos a revelar por el miedo al que dirán? El eterno conflicto entre lo que somos y lo que debemos ser. Tu deliciosa anécdota desde luego calca al relato. Un fuerte abrazo!!
EliminarQué puñetero, el Dani! Como se la ha colado a sus padres!
ResponderEliminarPuede que tenga gustos de juguetes para niños pequeños, pero también tuvo la sagacidad propia de un adulto.
Bonito y original inicio de una serie que se presenta interesante.
Besos.
Gracias, Paloma. Desde luego se las supo ingeniar para conseguir ese peluche sin miedo a que le "acusaran" de aniñado. ¡Ay, los razonamientos de los pequeños! Un fuerte abrazo!!
EliminarSi no porque se les quiere tanto, se les ahogaría. Los niños son unos cabrones.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias, Macondo. Desde luego no se puede vivir con ellos... ni sin ellos. Un fuerte abrazo!!
EliminarNi me imagino lo que será el Noel y los Magos para los papás hoy en día. La historia es muy entretenida y tiene al menos ese punto del peluche del Dani, menos mal que no quería un móvil nuevo, o un vídeo juego de última generación que todo es tan real como una película. Lo del hermano es más lógico en los días que corren, ahora que lo pienso ¿la era de la robótica traerá amigos nuevos que serán robots? Un beso
ResponderEliminarGracias, Eme. ¿Quién sabe? A veces pensamos en el juguete ideal y luego resulta que el niño se lo pasa pipa con la caja y el envoltorio. Lo que siempre me asombra es lo diestros que son los niños con la tecnología. Recuerdo de niño que yo era el encargado de programar el vídeo. Un abrazo!!
EliminarLeyendo tu texto he disfrutado mucho, la verdad que de niños vivimos en un mundo lleno de fantasía, descubrimientos, pero sobre todo diversión. Una estupenda entrada David, aprovecho la ocasión para felicitarte el año 2019, por cierto tus dibujos son de lujo, estás hecho un artista. Abrazos:))
ResponderEliminarGracias, Rosana. Me alegra sacarte esa sonrisa. Los dibujos varían según la inspiración: primero en papel y luego con el paint. Te agradezco que lo hayas mencionado siendo como eres una gran ilustradora. Un abrazo!
EliminarGenial, David. Me ha encantado el tono del relato y la serie promete 😉
ResponderEliminarGracias, Marta. Bueno, el tono irá variando conforme las distintas edades. He intentado que cada relato "huela" a la edad tratada. Un abrazo!
EliminarMe gusta mucho la presentación que haces antes del relato. Creo que encaja perfectamente con la gran madurez que demuestra Javi. El pequeño al que nadie parece escuchar, sólo por el hecho de ser el benjamín de la casa. Muy bueno ese giro final.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias, Rebeca. Los pobres segundos tienen que lidiar con los padres y con el hermano mayor. Me alegra que te haya gustado. Un abrazo!!
Eliminar¡Pues clarooooo! Has reflejado a la perfección las relaciones entre hermanos jajajajajaja ¡Me encanta!
ResponderEliminarMi hermano y yo somos muy próximos en edad y nos hacíamos jugarretas de ese tipo, sobre todo, cuando éramos un poco más mayores. Pero, de pequeños, era común lo de "pídete eso, pídete eso". Era la época en la que era común la diferenciación entre sexos, pero a nosotros nos encantaba jugar con "lo del otro". Así que influir en la decisión ajena era crucial en nuestra estrategia. Jejejejejeje
Jo, David, me has transportado hasta la niñez. Muchas gracias.
Un fuerte abrazo!!!! Quedo a la espera de la adolescencia.
Gracias, Macarena. La verdad es que esas negociaciones fraternales son una gozada, siempre que tengamos la suerte de escucharlas los padres. Y por supuesto siempre era más atrayente el juguete del otro que el propio. Me alegra que te haya gustado. Un fuerte abrazo!!
EliminarBueno, como muy bien has reflejado en este relato, el empecinamieto y la picardía no tienen límite en los críos. Un poco retorcido sí que es Daniel, pues obtuvo lo que quería a costa de fastidiar a su hermano pequeño, jeje.
ResponderEliminarAy, los niños, cuantos quebraderos de cabeza dan a los pobres padres que intentan satisfacer los deseos y caprichos de sus hijos, jajaja.
Una historia para sonreir y recapacitar.
Un abrazo.
Gracias, Josep. ¿Y qué haríamos sin esos dolores de cabeza que nos dan? Cuando los míos se van de colonias, solo un par de noches, el piso parece el interior de las pirámides de Egipto y me siento tan raro como cuando nos daban un permiso mientras hacíamos la mili. Un fuerte abrazo!
EliminarEspero que al final los Reyes se portaran y le trajeran a Javier el Robotconstructor, je, je. Te felicito, David. No es nada fácil escribir un relato con niños por medio sin que suenen artificiales. Me ha encantado.
ResponderEliminarUn abrazo muy fuerte
Gracias, Ana. Es complicado ponerse en la piel de un niño, o nos pasamos de inocentes o de maduros. También es verdad que cada niño es un mundo en sí mismo, aunque tengan la misma edad. Un fuerte abrazo!!
EliminarMe ha gustado mucho el final, parece que la presión social hace crecer a los niños antes de tiempo, pero a ellos en el fondo les gustaría seguir siendo niños y no dejar de lado lo que les gusta. Mi hijo me ha dicho más de una vez que no quiere hacerse mayor, ¡que verá y entenderán del mundo de los adultos para llegar a esta drástica decisión!
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias, Gerardo. Tu hijo es un sabio. La verdad es que esa etapa de niñez en la que el mundo, de repente, se hace enorme e incomprensible debe causar estupor para los pequeños. Una edad en la que, además, deben "aprender" a ser mayores, aunque sus
Eliminargustos sean de niños. Algunos tenemos 47 años y todavía no hemos aprendido. Un fuerte abrazo!!
Jajajaja, pues ocn 11 años se las sabe todas. Yo era al revés con mi hermana, prefería renunciar a cualquier cosa para que se las quedase ella, menos mal qu eno era goísta, jejeje.
ResponderEliminarMe ha encantado pero miedo me da lo de la adolescencia ciando esa infancia.
Feliz finde.
Gracias, Gemma. ¡Qué gusto tenerte como hermana! ¡Ay, la adolescencia! Quién la pillara pese a todas sus contradicciones. Un fuerte abrazo!!
EliminarMe has hecho reír David, anda que no saben nada los niños. He recordado eso de para pequeños y mayores , lo que unos quieren para hacerse más mayores y otros para no parecerle menos. Recuerdo que una amiga que cumplía años en enero siempre era de los mayores y nos daba una envidia... hasta que todos nos hicimos mayores y eso de ser la primera en estrenar dejó de ser fantástico.
ResponderEliminarImpaciente por ver la continuación de la serie.
Un abrazo y muy buen finde
Gracias, Conxita. Yo nací el 30 de diciembre, así que siempre fui de los pequeños en clase, je, je, je... Cuando llegas a los diez años o así es cuando intentas demostrar lo mayor que eres. El paso de la niñez a la preadolescencia está marcado con comentarios de padres y profesores tipo "que ya eres mayor", "que ya tienes que ser más responsable", "que no tienes cinco años", "que fíjate que tu hermano siendo más pequeño ya hace..." Un fuerte abrazo!
EliminarSí que promete esta serie David,... y este primero creo que nos ha rememorado a todos la magia de los regalos en la noche de los Reyes Magos, de Navidad, de un cumpleaños,... esperanza siempre, desilusión a veces, ... y una pizquita de pillería como en este caso. Enhorabuena David, un abrazo!
ResponderEliminarGracias, Norte. En el fondo, como la vida misma. Un fuerte abrazo!
EliminarBonita historia, David. Me ha pasado algo parecido a lo que dice Mirella, que creí adivinar que la intención de Daniel era que le regalaran a él ese robot. La sorpresa de saber que su deseo real era tener ese monstruito verde me ha parecido muy tierna, a pesar de la jugarreta que supone para el hermano. La adolescencia es la edad mas complicada, especialmente por el rechazo que a veces se siente por uno mismo y las contradicciones con las que uno se encuentra. Se desea ser mayor, pero a la vez el niño que aún somos aflora exigiendo la atención que todavía merece. Pinta bien esta serie. La poesía creo que la va a aprovechar para abrir su corazón a algún ser que anhela... Ya veremos si he acertado. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarEste relato tuyo, que esta muy bien, me ha recordado cuando mi hermana, que tiene cuatro años menos que yo, se empeñaba todos los días en que quería una muñeca,y mi madre tenía que aguantar la pobre, sus llantos, rabietas y pataletas hasta casa, y cuadno llegaba le ponia el culo bien, ya sabes como un tomate, jejej, pero mi hermana era muy cabezona, y todos los días lo mismo, hasta que llego un día que se canso y dejo de pedir la muñeca pero así se tiro veinte largos días, era un suplicio aguantar todos los dias sus rabietas calle Castaños abajo jejee, todavía me acuerdo, podría llenar un blog con anecdotas similares de ella.
ResponderEliminarMe ha encantado tu relato y el reflejo de la infancia. Espero con impaciencia poder leer el siguiente de la adolescencia.
Un abrazo y feliz 2019.
Me has deleitado llevándome a mis tiempos cuando mis chicos eran chicos...
EliminarNunca tuve problemas
todas las etapas fueron mágicas...ahora de grandes sigue igual
Felicitaciones por tus letras
Gracias, Teresa. Desde luego los niños son la mar de "persuasivos" y raro es que los padres no terminemos rindiendonos. Deliciosa anécdota y no te prives de contarnos más. Un fuerte abrazo!
EliminarGracias, Mucha. Como dices, todas las etapas de una vida tienen su magia. Hace falta disfrutar lo que cada una nos ofrece. Un abrazo!
EliminarMe ha encantado el relato, refleja a la perfeccion la convivencia entre hermanos. Lo que ocurre a estos me parece que es maás comun de lo que parece. Quedo a la espera de la siguiente entrega. Un beso y feliz finde
ResponderEliminarGracias, Vicenta. Nuestros hermanos, compañeros de juegos, siempre suelen ser los primeros rivales también. Un fuerte abrazo!
EliminarLa inteligencia de los niños no está al alcance de cualquiera, y tu protagonista tiene todas las papeletas para llevarse el premio al mas inteligente de la casa. Como dice la canción de Serrat " Esos locos bajitos " son encantadores,esto último es cosa mía.
ResponderEliminarEsperaremos a que crezca y veremos como evoluciona a la adolescencia.
Un abrazo David.
Puri
Gracias, Puri. Fíjate que de Serrat siempre me viene esa frase de "Niño, deja de joder con la pelota. Niño, eso no se hace, eso no se dice, eso no se toca". Un fuerte abrazo!
EliminarHermoso y muy interesante la historia de este Daniel el Travieso Siglo XXI. Es una visión certera de esos atentados contra la infancia que se perpetúan ante todos y en los que casi nunca reparamos. Conozco niñas que llevaban sus muñecas escondidas en sus mochilas para que sus compañeras no se rieran de ellas por considerarlas infantiles.
ResponderEliminarEstaré atento a nuevas historias.
Gracias y un abrazo David
Gracias, Doctor. Curiosa anécdota la que comentas, pero muy relacionada con el relato. A veces, exigimos a los niños crecer demasiado rápido; o lo que es peor, les inculcamos demasiado pronto nuestros propios criterios o prejuicios. Un fuerte abrazo!
EliminarMe has dejado con la sonrisa.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias, Rubén. Esa sonrisa es lo mejor que este relato podría recibir. Un abrazo!
EliminarCreo que lo que dejas en claro en este cuento es el impacto que logra la inocencia en los lectores. Es un sentimiento que cuando crecemos, nuestra consciencia se empeña en descartar porque no es deseable, ya que nos puede traer consecuencias dañinas. Fuimos niños inocentes y somos adultos prevenidos. La literatura es una de las actividades humanas en las cuales podemos disfrutar de esa emoción que reprimimos pero que, evidentemente, no podemos ni queremos olvidar.
ResponderEliminarExcelente cuento, David!!
Ariel
Gracias, Raúl.
Eliminar¡Pero qué grande Daniel! Ja, ja, ja, ja. Fijate que hasta me recuerda a cierta personita...
ResponderEliminarLos niños pueden llegar a ser muy listos, ¡incluso llegar a dar hasta miedo! A esas edades sus mentes son auténticas esponjas uqe muchas veces los hacen decir cosas de las que no conocen el significado, ¿o quizá sí...? Esa es mi eterna pregunta. Nos observan casi las 24 horas, conocen todos nuestros movimientos y conocen perfectamente, desde bebés, nuestrasexpresiones faciales. ¡Son autenticos espías! Realmente creo que a esa edad se dejan llevar más por las emociones, como si ellos tuvieran una especie de empatía con los demas que con el paso de los años perdemos, pero muchas veces, una gran inteligencia también está detrás de todo. La manera en la que tu protagonista ha manejado la situación es de un auténtico profesional, sabe muy bien lo que quiere y eso que su gran ambición era solo un peluche, y veo super normal que, con lo atontados que nos dejan las nuevas tecnologías, alguien 10 años mayor no hubiera ni llegado a concebir un plan tan "malvado".
¡Es todo un gustazo volver a tenerte por aquí, David! Espero que en tus meses de ausencia hayas sido capaz de darle un buen empujón a tu libro. ¡Un abrazote!
Gracias, Ana. A veces pensamos que como son niños, no se dan cuenta de muchas cosas. Craso error. Los niños son esponjas y unos observadores de primera. Además, tienen unos razonamientos absolutamente racionales y sorprendentes por su sentido común.
EliminarLa verdad es que no estoy avanzando demasiado, pero bueno. Tarde o temprano conseguiré terminarla. Un fuerte abrazo!!
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarDesde el principio nos presentas a un Daniel con una inteligencia muy desarrollada para su edad, un niño que lo controla y analiza todo y lo utiliza en su propio beneficio, incluso su lenguaje denota inteligencia y capacidad de manipulación, un personaje interesante y con una personalidad marcada este que has desarrollado con sólo unas pinceladas, lo cual demuestra tu inteligencia narrativa, David. Otro rasgo curioso de Daniel es ese gusto por el peluche, contraste entre un niño mayor para su edad y su lado más infantil. El final original e ingenioso, de esos que te dejan con una media sonrisa. Muy bueno David, Un abrazo!
ResponderEliminarGracias, Jorge. Recuerdo cuando se acercaban los Reyes y, teniendo ya once o doce años, recibes comentarios como "eso es de niños", "ya eres mayor para eso". Es una etapa en la que la sociedad comienza a exigirte ser mayor, aunque todavía tengas ese instinto infantil. Luego cumples más de cuarenta y empiezas a desear recuperarlo. Un fuerte abrazo!
EliminarHola David,
ResponderEliminarQue entretenido y divertido relato. Qué astuto para mentir! Y se salió con la suya. Muy inesperado el final, me encanto.
De una vez quiero dejarte saber que ya compre los dos libros por amazon: los demonios exteriores y ahora que nadie nos oye. Ya llegaron y estoy ansiosa por leerlos!
Que tengas un feliz dia!
Abrazo
Gracias, Yessy. Me alegra que te gustara. ¡Y gracias por hacerte con los libros! Espero que la lectura te resulte entretenida y des por bien empleado el dinero gastado. Desde luego, entre los dos tienes un montón de relatos de distinto género y temática. Un fuerte abrazo!!
EliminarMe parece dificilísimo escribir para los niños, tendemos a devaluar un poco su capacidad para la comprensión de ideas, y yo creo que no hay nadie que disfrute de una buena historia como un niño.
ResponderEliminarLo has escrito muuy bien David. Te felicito.
Gracias, Isabel. Coincido en que escribir para niños es complicado, esta historia es más un relatito de niños. Un fuerte abrazo!!
EliminarJaja ¿Para qué están los hermanos mayores si no es para "aprovecharse" de los menores?
ResponderEliminarTe dejo un abrazo, David.
Gracias, Julio David. La rivalidad entre hermanos es la primera de las luchas que nos depara la vida. Un abrazo!
EliminarEste chaval no tiene un pelo de tonto y se ha salido con la suya, Promete el chaval.
ResponderEliminarUna historia muy entretenida. Me voy a por la siguiente.
Un abrazo.
¡Jajaja! Anda que no es listo ni nada el chaval. Qué peligro tiene y sus padres sin enterarse. Pero a mí me ha encantado.
ResponderEliminar¡Muy bien currada esta historia! Me ha encantado. El título y el dibujo en sí ya pican la curiosidad.
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